Un 65% de nuestro cuerpo está formado por agua. Aunque pueda parecer una exageración, realmente, el agua es vital para el apropiado funcionamiento del organismo, ya que es el medio de transporte de los nutrientes, necesarios en la mayoría de funciones biológicas que realizamos, y fundamental para la eliminación de residuos. Pero, a veces, sucede que los niveles se desestabilizan y, especialmente entre mujeres, sentimos esa pesada sensación de sentirnos hinchadas debido a una acumulación de líquidos.
Cambios hormonales, la menstruación, el embarazo, la menopausia… Todo ello incide, directamente, en la retención de líquidos; un problema para la salud si no lo atendemos, debidamente.
¿Por qué retenemos líquido?
La retención de líquidos se da cuando nuestro organismo detecta que tiene un déficit de líquidos. Como decíamos, nuestro cuerpo necesita de gran cantidad de agua para funcionar correctamente. Cuando no ingerimos la cantidad suficiente o, detecta un exceso en el consumo de sodio; se activa un mecanismo de defensa que acumula todo el líquido que el organismo considera necesario para mantener sus funciones en equilibrio, y se produce la famosa retención de líquidos.
En términos médico-profesionales, ese desequilibrio se origina cuando los vasos sanguíneos depositan demasiado líquido en el tejido corporal, o cuando ese líquido almacenado no se elimina a través de la sangre, de forma normal. Si los vasos linfáticos no son capaces de transportar el exceso de líquido del organismo, en ambos casos, el cuerpo retiene líquido.
Cómo evitar la retención de líquidos
El mejor consejo que podemos daros para evitar la retención de líquidos es, básicamente, llevar un estilo de vida saludable. Si cooperamos con nuestro cuerpo, éste responderá como debe y no nos hará pagar nuestros déficits y excesos.
- Una alimentación sana
Mantener una dieta sana y equilibrada es lo mejor que podemos hacer para burlar los efectos de la retención de líquidos. Cuidar los alimentos que tomamos, dejando de lado aquellos con un alto contenido en azúcar y sal, apostando por productos frescos y naturales, es la mejor elección que podemos tomar. Productos procesados como embutidos, salsas, aderezos, chucherías o la comida rápida deben ser, también, evitables.
Por el contrario, no debe faltar nunca en nuestro menú una buena cantidad de proteína, ni vegetales a diario. Y para contrarrestar los niveles de sodio de los que hablábamos antes y mantener el equilibrio de líquidos, consumir alimentos ricos en potasio (plátanos, ciruelas, melón, sandía); así como alcachofas, espinacas, acelgas o calabaza, todo ellos ricos en agua; es imprescindible.
- Ejercicio a diario
Se recomienda destinar, al menos, entre media y una hora de nuestra rutina diaria al ejercicio. Además de los beneficios que aporta y las grasas que nos permite quemar, el deporte es movimiento, y con ello contribuimos a mejorar la circulación de nuestro cuerpo; algo vital en el conflicto que nos atañe.
Si trabajáis sentad@s, no olvidéis realizar estiramientos -o levantaros- de vez en cuando para activar vuestro cuerpo.
- No olvidéis la hidratación
Ya hemos mencionado antes que, una de las principales causas por las que nuestro cuerpo decide retener líquidos, es la percepción que tiene de la falta de éstos. Por esa razón, se defiende acumulando los que, en el momento, tiene, para no dejar de lado sus funciones vitales. Si no ingerimos la cantidad suficiente de agua, efectúa un bloqueo que le permita seguir realizando su cometido. Por eso, es importante consumir el agua necesaria, ya que así, de forma automática, dejará que los líquidos retenidos se expulsen. Importante recalcar que debemos consumir la cantidad NECESARIA, pues un abuso también puede tener consecuencias negativas, como sufrir una hiponatremia (concentración demasiado baja de sodio en la sangre).