Cuando mencionamos las dos palabras mágicas: “protección” “solar”, decimos mágicas porque nos llevan a un pensamiento más que positivo y muy esperado: calor, vacaciones, sol, playa… ¿Quién no tiene ganas de sentir el olor en su piel de este producto? Parece mentira como nos teletransporta a momentos vividos que añoramos y recordamos con cariño. Pero parece, también, que la mayoría de las veces, se nos olvida que el sol no sólo está presente en el cielo los meses de verano. En realidad, por si no os habíais dado cuenta, aunque algunos días sean más fríos y lluviosos, éste brilla todo el año, sea verano o invierno, aportándonos luz, calor y vitamina D.
Ciertamente, el sol de agosto poco tiene que ver con el de diciembre, pero sigue siendo el astro rey proyectando sus rayos y, por mucho que no nos encontremos en plena temporada estival, si no se toman las medidas necesarias frente a éste, podemos perjudicar y dañar seriamente nuestra piel.
La protección solar es necesaria a lo largo del año. A pesar de no notar sus efectos, como el bronceado o las quemaduras, en invierno, aunque no percibamos el calor, la radiación de los rayos UVA nos afecta igualmente. Por ello, desde Cuida’t, siempre os recomendamos usar los métodos de protección indispensables que vuestra piel necesita, para protegerla de esas graves consecuencias que pueden desentrañarse si no tomamos especial precaución.
¿Qué sucede cuando practicamos deporte en invierno?
El deporte favorito de esta época es el esquí. Éste o las distintas modalidades y disciplinas que se practican en la nieve. ¿Os vienen a la mente imágenes de gente con la cara quemada y las gafas de esquiar bien marcadas verdad? Y es que el sol de la montaña en invierno y, especialmente, debido a las propiedades reflectantes de la nieve, provoca que los efectos de los mismos rayos se multipliquen. Por esa razón, es necesario (y casi diríamos que, obligatorio) usar protección solar en todo momento.
La sequedad de la piel durante la temporada más fría del año, tampoco ayuda demasiado. No debemos olvidar hidratarnos correctamente.
El perjuicio más grave de no hacerlo, no son las quemaduras que padeceremos durante unos días (con el dolor que ello pueda suponer), sino el efecto memoria que nuestras células tienen y que terminarán sacando a la luz con el paso del tiempo. La radiación solar alcanza el ADN llegando a alterarlo y aumentando, así, las probabilidades de padecer enfermedades de carácter grave como cáncer de piel y otros recuerdos “tontos” como arrugas, flacidez, manchas, etc.
Consejos para proteger la piel en invierno
- Usad protección solar siempre y según el factor indispensable para proteger la piel.
- Aplicaros cremas de protección solar con filtros físicos en lugar de químicos. Los filtros físicos bloquean los rayos solares; en cambio, los filtros químicos absorben la radiación, por lo que los primeros ofrecen una protección mucho más segura e irritan menos la piel.
- Es conveniente que garanticéis la elección de una crema que penetre bien en la piel y que no se expulse rápidamente con el sudor. ¿De qué sirve sino aplicarla? Recordad, también, que debéis volver a poneros protección pasadas, como mucho, dos horas.
Proteged los labios. Son la parte del cuerpo más afectada en invierno por el frío y el viento. Además, la piel de esta zona es mucho más fina y delicada. Tener los labios cortados es muy molesto y doloroso si se producen cortes, así que mantenedlos bien hidratados con bálsamo labial que contenga protección solar.