Si eres de las que les gusta cuidarse y velar por disfrutar de salud y belleza, es probable seas meticulosa con el cuidado de tu piel y dediques tiempo a aplicar los productos exactos que ésta necesita. Una de las rutinas más importantes en ese aspecto es la facial. No nos cansamos de decir que, aunque hay que dar mimos a toda la piel en general, ciertamente, el cutis es por antonomasia la parte que más atención precisa. Cuando nos observamos a nosotros mismos, ante un espejo, lo primero que analizamos es el rostro. Cuando miramos al mundo, también, buscamos ese primer impacto con la cara del otro. La imagen que proyectamos mediante el rostro dice todo de nosotros y, por eso, debemos cuidarlo.
Una de las maneras de ayudarle es mediante las mascarillas faciales. Aportan hidratación, purifican, realizan una función relajante y/o calmante…, todo dependerá del tipo de piel que tengas y del objetivo que busques. Pero, de todas formas, lo mejor es que son buenas e indispensables, por ello hoy, en esta nueva entrada en nuestro blog, vamos a hablar de mascarillas y ver qué es lo que precisa una buena mascarilla para ser ideal para tu rostro.
¿Qué características debe reunir una buena mascarilla facial?
Lo primero a lo que debéis prestar atención es mirar que no contengan ingredientes dañinos para la piel del rostro como son las siliconas o los parabenos. En estos casos, siempre os recomendamos elegir aquellos productos que estén hechos con ingredientes naturales u orgánicos. Gracias a este tipo de cremas evitaréis cualquier tipo de reacción o la aparición de salpullidos y, lo mejor de todo, dan a la piel del rostro mucho mejor aspecto.
Veréis que en el mercado podéis encontrar muchos tipos de mascarillas. Lo fundamental será escoger siempre la que se ajuste a las necesidades de vuestra piel según si ésta es grasa, seca, tiene acné… A partir de eso, podréis hallarlas con distintas texturas y envases, formas de aplicación, etc. No hay una mejor o una peor. ¿Recomendación? Elegid la que más os guste a vosotras. Si sirve de algo, siempre es preferible el envase de cristal, pues se aprovecha más cantidad de producto en tarro que en tubo, por ejemplo. Y si cuando compráis la mascarilla trae brocha, mejor. Aunque podemos aplicarla con los dedos, hacer uso de una brocha o pincel resulta mucho más higiénico.
Qué mascarilla facial elegir
Vamos a repetirlo hasta la saciedad, y es que para saber qué productos (en general) necesitamos para tratar nuestra piel, antes debemos haber realizado un estudio profundo de lo que ésta demanda. En Cuida’t, especialmente en lo que a la piel del rostro se refiere, sabéis que siempre podéis solicitar vuestro diagnóstico gratuito para analizar cuáles son las necesidades de vuestro cutis y, a partir de ahí, determinar cómo podemos cuidarlo como merece, a través de productos y tratamientos que le aporten lo que precisa.
Así pues, lo vital y fundamental será distinguir el tipo de piel y, una vez conozcamos esas necesidades reales, usar una mascarilla u otra para sacarle el máximo partido.
Si tienes una piel seca, lo ideal es que uses una mascarilla hidratante. Pero, por ejemplo, si también tienes puntos negros, de vez en cuando, puedes usar una que los elimine. Las pieles con otras alteraciones como acné o rojeces, precisan de mascarillas faciales purificantes o calmantes que dejan la piel limpia y con una gran sensación de frescor.
Pieles con manchas son un caso destacable que requiere bastante atención, pues necesitan mascarillas con activos que unifiquen el tono de la piel. Éstas, también, precisan de exfoliación para eliminar los restos de células muertas para que se reduzca la visibilidad de las manchas que tan molestas resultan.
En el caso de las pieles grasas, vamos a buscar un objetivo contrario al que buscan las pieles secas, por ello, en este caso, conviene evitar a toda costa todo producto con exceso de hidratación. Lo ideal es usar productos matificantes que disuadan los brillos y la grasa. Y, quienes no se clasifiquen ni en un extremo ni en el otro y puedan decir que su piel es mixta, podéis usar las que os den, precisamente, ese punto intermedio en el que no salgan excesivos brillos ni se os reseque la piel en exceso.
Utilizando la mascarilla correcta -valga ello para cualquier otro producto que te apliques: crema, sérum, limpiador, etc.- apreciarás resultados y, en muy poco tiempo. lucirás la piel de la que ya gozas pero que ahora, no ves. Siempre bonita, llena de luz y radiante.